Este es Tizón el día que lo recogimos de la protectora (ANAA, muchas gracias por esta joya). Tenía dos meses cuando llegó y ya era una preciosidad de perro y muy cariñoso con todo el mundo. Ahora las visitas se cansan con sus caricias.
Tuvo una salud de hierro hasta que a los cinco meses se rompió la tibia jugando a morder el trapo, saltó y cayó desequilibrado. Tras este incidente que recordaré toda mi vida, llegó la operación y dos largos meses de intento de reposo (es difícil que un cachorro repose).
Secuelas:
- Físicas ninguna, ahora está casi perfecto aunque algún gesto es un poco forzado cuando corre con otros perros.
- Fobias, no quiere saber nada de juego de momento. Intentaré encontrar algún juguete que no le recuerde al trapo pero hasta el momento Kongs, cuerdas, pelotas y palos no son lo suficientemente atractivos para motivarlo. Ese día lo pasó muy mal, se meó del dolor y no paraba de llorar
Tizón: “Esta es mi compañera de fatiga, Cora, ya la conocereis a fondo. Es un poco pesada conmigo y siempre se tumba encima mío como si yo fuese una alfombra. Es un poco miedosa con los sonidos pero con unos cuantos paseos alrededor de casas ladradoras y unos cuantos petardos más se curará.”
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